Caracas, Nov 2007. Joaquín Pereira (¡Claro!).- Mucho se ha escrito de los lugares comunes que utilizan los escritores de telenovelas y que de tanto usarse cansan a la teleaudiencia que exigen alguna sorpresa o apelación a su inteligencia.
No es que la producción que mantiene actualmente al aire el canal de La Colina en horario estelar deje de utilizar los ingredientes típicos del melodrama, pero hay algunos aspectos curiosos y atractivos que sería valioso mencionar y agradecer para ver si se mejora un género que hace años liderizó Venezuela y que ahora lo hacen Brasil, Colombia y Argentina (ni hablar de los bodrios mexicanos).
Lo primero que hay que señalar es el ambiente clase media que se respira en la trama, eso ya es un punto a favor luego de varias producciones basadas en las vidas o de buhoneros y pregoneros o en adinerados de ficción. Ahora el grueso de la trama se centra en una pareja de profesionales cuya vida marital se viene a pique por el machismo del esposo, Tomás Chacón, interpretado por el actor Carlos Cruz.
Otro punto a favor es la inclusión del personaje que encarna Beatriz Valdés, mezcla de fantasma con fantasía o conciencia. Aparte de la calidad actoral de esta actriz de origen cubano, la inclusión de Manuela (madre de las tres protagonistas de la historia) le da un sabor a realismo mágico latinoamericano que ya se extrañaba ver en pantalla.
Destaca también la actuación de Ana María Simón que, sin desprenderse de su capacidad para el humor, está derrochando calidad con un papel dramático mucho más serio que el de la maracucha que le toco interpretar en "Ciudad bendita", producción que también le dio buenos números de rating al canal 4.
Y si de actrices hablamos, no podemos olvidar a una que se instaló en el cariño de los venezolanos desde que la vez que encarnó a Ligia Elena, como protagonista de una historia junto al actor y cantante Guillermo Dávila: Alba Roversi en esta oportunidad vuelve a comérsela con el papel de una sexóloga que se enfrenta a los temores de la edad madura, el peor de los cuales es la posible infidelidad de su marido.
Pero mientras Roversi le inyecta verosimilitud y "carne y hueso" a la historia, la interpretación de Eileen Abad (Belén en la novela) le quita puntos a la producción por volver más tonta de lo que debe ser una enamorada de un hombre que tiene otra dos mujeres.
Por cierto, esta versión criolla de "Big Love" (serie norteamericana que muestra la vida de un hombre con varias esposas) cuenta con el talento de Henry Soto para no naufragar, pues la cara de "ponchao" que pone ante cada requerimiento de alguna de sus mujeres en la novela es de antología.
Y finalmente hay que aplaudir la soltura de Luís Gerónimo Abreu al interpretar al cocinero Simón, locamente enamorado de Balén. Abreu, quien desde niño rondaba los sets de grabación de Venevisión, se proyecta como uno de los actores venezolanos con mayor potencial de los últimos tiempos.
Aún no ha tenido la suerte de Edgar Ramírez, quien participó en la cinta norteamericana El ultimátum Bourne, pero de seguro le llegará el momento de internacionalizarse dado el buen piso actoral que ha construido.
En fin, a base de buenos actores lo que en primer momento se veia como un arroz con mango podría convertirse en otra "Señora de Cárdenas": El público en primera instancia y los libretistas y actores en segundo lugar serán los que determinen juntos esta incógnita.
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